¿Por qué leer (y por qué no) «¡Plop!» de Rafael Pinedo?

El origen de mi fascinación por el género post-apocalíptico tiene dos momentos clave: el primero de ellos acaeció cuando, hace ya casi veinte años, vi por vez primera Mad Max 2. El mundo creado por George Miller, tan irracional, tan salvaje y, a la vez, tan humanamente posible, me conmocionó más allá de las palabras. El segundo momento clave fue la lectura, alrededor de diez años después, de La carretera de Cormac McCarthy. El hombre que en ella vi dibujado era, otra vez, tan irracional, tan salvaje y, de nuevo, ¡tan posible! que volví a quedarme anonadado.
Reflexionando sobre ambas obras, encuentro un elemento en común: las dos hacen hincapié, por encima de causas y circunstancias, en cómo será el hombre una vez el mundo arda.
De estas similitud me aventuro a sacar una regla: los relatos post-apocalípticos que me interesan son aquellos capaces de crear un mundo consistente, sí, pero lo realmente importante es que destaquen por su manera de retratar al hombre que lo habita.
¿Cumple ¡Plop! con esa regla? Sí, pero…

¿Leer ¡Plop!?

Entre una oferta editorial caracterizada por lo estereotipado (zombis, mundos falsamente distópicos orientados obscenamente al lector adolescente,…), la obra de Rafael Pinedo ha devenido ya un objeto de culto para los lectores interesados en el género. ¡Plop! no es un clon de ninguna obra anterior, como tampoco lo es de La carretera -de hecho, temporalmente, es imposible que lo sea, puesto que se publicó con anterioridad-.
El mundo de
¡Plop! desborda personalidad y fuerza: encontramos una naturaleza desasosegante y habitada por diversas -pocas- tribus. Éstas dedicadas, exclusivamente, a sobrevivir y caracterizadas con sutiles pinceladas sobre su organización, costumbres y tabúes. Dichos rasgos, dotan a estas tribus de una sensación-de-lo-extraño brillante: uno se siente ajeno a esos grupos ¿humanos?, en tanto que éstos se muestran natural y extremadamente despiadados.
El argumento de la novela resulta muy sencillo: relata el ascenso y la caída de Plop. Su sencillez no le permite brillar en exceso, aunque tampoco es necesario que lo haga: no es pretensión del autor; su herramienta y gran baza, como ya he indicado antes, es otra: la construcción del mundo y de una humanidad abocada a la barbarie. Únicamente por estos motivos
¡Plop! es una novela imprescindible para los amantes del género, pues lo aquí mostrado no se encontrará en ninguna otra obra.
Por tanto, el gran valor de
¡Plop! es precisamente su diferencia; este rasgo la destaca dentro de un mercado editorial colapsado pero que, reitero, se aproxima al género utilizando formas puerilmente repetitivas.
¿Recomiendo, entonces,
¡Plop!? No lo tengo claro.

¿Por qué no leer ¡Plop!?

La prosa de Pinedo es directa y -como dicen mil y una reseñas- descarnada, pero llega a serlo tanto que, a mi modo de ver, ha perdido (o, mejor dicho, desperdiciado) la función poética -entendida como poiesis– de la literatura.
Cormac McCarthy (disculpad por ser tan uni-referencial) también es directo. Lo es en
La carretera y en Hijo de Dios y, a pesar de ello, logra crear imágenes para el recuerdo:

«Se quedó escuchando el goteo del agua en el bosque. Lecho rocoso, este. El frío y el silencio. Las cenizas del mundo difunto trajinadas de acá para allá por los crudos y transitorios vientos del vacío. Llevadas, esparcidas y llevadas de nuevo. Todo desencajado de su apuntalamiento. Sin soporte en el viento cinéreo. Sostenido por una respiración, temblorosa y breve. Ojalá mi corazón fuese de piedra.»

Pinedo, en cambio, no alza la mirada en ningún momento; se aferra, cual imperativo universal, al lenguaje directo y descarnado. La tierra es marrón y marrón se queda:

«Se camina sobre el barro, entre ganes pilas de hierros, escombro, plástico, trapos podridos y latas oxidadas.
De tanto en tanto las nubes se abren un poco, y brillan pedazos de vidrio rotos, nunca más grandes que una uña. Algunos los usan para hacer puntas de cuchillos, pero son demasiado frágiles.»

No hay descripción, creación o juego sólo mera enumeración de elementos.
Casi cuarenta páginas después volvemos a toparnos con otra no-descripción muy similar a la primera:

«Anduvieron un día y medio, casi sin comer. El paisaje era siempre el mismo: barro, hierros retorcidos, cascotes, basura, algún arbusto.»

Existe un abismo entre ser directo y no ceder a las florituras y ser monótono. En este caso Pinedo cae, lamentablemente, en una monotonía que resta fuerza a su prosa.

Conclusión

¡Plop! se encuentra muy lejos de ser una novela perfecta, pero sí que es una buena y original novela post-apocalíptica.

2 comentarios

  1. David Company · · Responder

    Teniendo en cuenta que mi escritor favorito abusa un poco [\IRONY MODE:ON] de estos preñados, lúgubres, no euclidianos y fungiformes elementos narrativos, he recibido como una fresca brisa (podría haber escrito «brisa fresca» pero sería menos poético, como «mecánica sierra»… que suena a Machado…) este tipo de escritura. Yó, como el bloqger que nos deleita con sus ínfulas de escritor, me he sentido siempre muy atraído por el mundo post-apocalitpico. Desde Mad Max 2 hasta El Libro de Eli, complementándolo con juegos como Fallout. No sé lo que más me atrae de este mundo, posiblemente lo mismo que en El Señor de las Moscas: de qué seríamos capaces sin todos los límites y tabúes que nos imponen las normas sociales. Cómo una serie de conceptos e ideas, por absurdas que sean, se convierten en Ley. Yo recomiendo leer este libro, aunque he de reconocer que es extenuante. Es un torrente de imágenes y situaciones a cual más cruda y tensa. Es como el primer disco de Slipknot, te vapulea hasta que tienes que tomar un respiro. Creo que juega muy a su favor la brevedad de la obra, ya que más extensión quizá seria totalmente inaguantable. Eso sí, los que lo comparan con La Carretera creo que se equivocan. No llegas a sentir empatía por nadie y Pinedo tampoco lo busca, que quede claro, así que es simplemente una imagen de un mundo ¿posible?, una ventana a una pesadilla que podemos contemplar con asco, repugnancia y morbosidad, como un accidente en la autopista. Altamente recomendado.

  2. A mí también me decepcionó un poco después de tanta recomendación. Pero no fue lectura desaprovechada.

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