¿Qué es este libro?
Cansado de preguntas repetitivas y lugares comunes, el escritor Imre Kertész se propuso entrevistarse a sí mismo. Este libro es el producto de esa entrevista. Por lo que podríamos considerar que el libro contiene una falsa entrevista, aunque, bien pensado, pocas entrevistas más reales he leído nunca.
¿Pero una entrevista requiere de, como mínimo, dos personas: entrevistado y entrevistador, no?
Aquí hay un entrevistado y un entrevistador…
Pero solo una de esas personas existe.
O bien ninguna de las dos.
¿Cómo?
Entrevistado y entrevistador son la misma persona: el autor. Aunque quizá Kertész no sea ninguno de ellos.
Perdona, pero no me queda claro.
Sí, yo tampoco lo tengo claro. ¿Y si lo leyéramos como una novela?
¿Me preguntas a mí?
Bueno, en cierta manera me estaba preguntando a mí mismo…
Entonces: ¿Y si lo leyéramos como una novela?
Entonces todo estaría mucho más claro, ¿no? Se presentaría de manera menos errática: entrevistado y entrevistador son meras creaciones del autor.
¿De Imre Kertész?
No vayas por ahí.
De acuerdo. Decías que entrevistado y entrevistador eran meras creaciones del autor…
Sí, y a través del diálogo se recorre la vida de un escritor llamado Imre Kertész, el cual sospecho que nunca existió, pese a compartir nombre y coordenadas vitales con el escritor llamado Imre Kertesz.
¿Cúal es la diferencia si, como dices, comparten nombre y coordenadas vitales?
Pues que el Kertész personaje es un Kertész histórico distorsionado; más hijo de la creación que de la memoria. En Dossier K se expresa este juego de mejor manera: «yo me escondo cómodamente entre la ficción y los hechos llamados realidad».
Aunque la gran pregunta es a quién hace referencia ese yo, ¿no?
Totalmente, a veces, daba la sensación de que el yo-personaje era la respuesta, mientras que el yo-autor se encontraba en esa encrucijada donde se cruzaban la pregunta y la respuesta. En ese breve instante cuando la pregunta acaba de ser formulada, pero todavía no ha recibido respuesta.
Porque no toda pregunta puede ser respondida…
O más bien: no a toda pregunta lógica le corresponde una respuesta lógica.
¿A qué te refieres?
Observemos la vida del Kertész personaje (y la del Kertész autor): en 1944 fue deportado a Auschwitz y luego fue enviado a Buchenwald, pero no falleció allí y en 1945 fue liberado. ¿Para qué todo este sufrimiento? ¿por qué sobrevivió? No hay respuesta a esas preguntas.
Bueno, los Nazis, la solución final, pretendían…
¿Entonces admites que la barbarie, la violencia sistematizada, entra dentro del paradigma de las “respuestas lógicas”?
Soy incapaz de admitir tal cosa.
Eso mismo hace el propio Kertész-personaje, de hecho todo el relato construido en esta entrevista presenta un personaje que da la espalda a todos los porqués y paraqués. No sabe por qué sobrevivió de la misma manera que tampoco sabe por qué, un día, decidió ser escritor. Él mismo dice: «cuando decidí escribir una novela, también decidí, de paso, tener talento». Todo está envuelto por la infinita opacidad de la vida.
¿Opacidad o insignificancia?
¿Un entrevistador lector de Cioran? Cioran era un bromista, algo cascarrabias, pero un bromista al fin y al cabo. Este libro contiene mucha más angustia y mucho menos sentido del humor.
No hay que olvidar que es un libro sobre el Holocausto, ¿no?
¡Para nada! Es un libro en el que uno de los personajes ha pisado Auschwitz y Buchenwald, pero no es un libro sobre el Holocausto.
Volviendo a lo que decías sobre que el Kertész-personaje da la espalda a todos los porqués y para qués, ¿qué postura adopta el Kertész-autor?
¿Cómo quieres que yo lo sepa? No tengo ni la más remota idea.
Pero has leído el libro.
Sí, ¿pero en qué parte del libro está el autor?
Esto me recuerda a una pregunta que se hace Lobo Antunes sobre el acto de escribir: «¿De qué parte mía viene este libro?»
En Dossier K puedes leer algo similar: «He de reconocer que las frases que aparecen bajo mis manos me pillan a veces desprevenido: saben más de lo que yo sé; me sorprenden con secretos que ignoro y no toleran las intromisiones: llevan una vida independiente y extraña que debo entender más que dominar…»
Pero si el escritor no es propietario de lo que escribe, ¿entonces quién lo es?
El lector, ¿quizá? O a lo mejor es otra pregunta sin respuesta. Vuelvo a una cita del libro: «Incluso quien ha de registrar su sueño por escrito debe obligarse a estar plenamente despierto.» Esa es la tarea del escritor, registrar el sueño.
Y a la vez estar soñando…
Sí, pero eso no quiere decir que el sueño nos pertenezca.
Creo que no has sido capaz de dejar bastante claro qué es este libro. Aún te volvería a hacer la primera pregunta: ¿Qué es este libro?
Pues yo, en cambio, creo que he arrojado cierta luz, porque te respondería exactamente lo mismo.